martes, 4 de noviembre de 2014

TODOS SOMOS IGUALES, TODOS SOMOS DIFERENTES.

Un día, iba el profesor a empezar la clase con sus alumnos/as de 1º de E.S.O. Antes de empezar, unos cuantos alumnos manifestaron al profesor su malestar por el constante incordio de un compañero suyo con graves problemas de concentración y aprendizaje, aprovechando que dicho alumno no estaba ese día en clase. Entonces, el profesor creyó oportuno comentarles lo siguiente:

"Aparentemente, todos/as parecemos iguales. Pero ¿realmente somos todos/as iguales? No - contestaron los alumnos. No somos todos/as iguales. Somos muy diferentes. Pero todos/as compartimos una misma meta para cuando seamos grandes: ser hombres y mujeres de bien, y ser felices.
Hay alumnos/as muy estudiosos/as, y otros/as menos. Alumnos/as muy activos/as, y otros/as más pasivos/as. Alumnos/as muy parlanchines/as y extrovertidos/as y otros/as más tímidos/as. Alumnos/as que comprenden las cosas muy rápidamente, y otros/as que precisan más tiempo para comprender. Y alumnos/as más concentrados, y otros/as más distraídos.
¿Cómo lograr que todos/as alcancen las mismas metas a corto plazo, a saber, aprobar el curso y pasar al curso siguiente? ¿Y a más largo plazo, ser personas trabajadoras y hacendosas en la vida? Cada uno/a debe rendir según sus capacidades. Pero hay sin embargo unos objetivos mínimos que todos/as deben alcanzar. 
¿Cómo hacer que todos/as los alcancen? Para ello, los/as alumnos/as deben ser solidarios/as y comprensivos/as entre ellos/as. Deben ayudarse unos/as a otros/as y enriquecerse mutuamente, especialmente en las tareas comunes. Todos/as podemos aprender de todos/as.
Vamos a ver aquí qué pasó una vez con un alumno que tenía muchos problemas con los estudios.
Era un niño nervioso, atendía poco, y le costaba mucho mantener la concentración. Cuando empezaba una tarea, era incapaz de terminarla. Y escribía muy mal. La clase, que fuera de contexto le tenía gran cariño y afecto, lo consideraba además como un alumno "torpe", como un "gran estorbo". En el recreo a veces jugaban con él. Pero en clase sólo un alumno quería sentarse a su lado para ayudarle. Sin embargo, el niño que tenía los problemas "agradecía" el favor y dedicación de su compañero tirándole el libro al suelo y escondiéndole su estuche con sus lápices y bolígrafos. Lo hacía cuando estaba a ojos vista cansado de trabajar y quería jugar.
Un día, el profesor mandó realizar una tarea colectiva. Los/as alumnos/as tenían que realizar unas láminas con dibujos que contaran una fábula medieval francesa. Naturalmente, el niño que tenía problemas no sabía dibujar, ni tenía paciencia para realizar los dibujos estilizados que pidió el profesor. Entonces, ¿qué se podía hacer? El profesor observó un día en una clase de Acompañamiento Escolar que el alumno se manejaba muy bien con el ordenador portátil proporcionado por la Junta de Andalucía. Al muchacho le gustaba mucho componer unas portadas muy estéticas para presentar sus trabajos (cuando los hacía), y era muy creativo combinando los distintos tipos de fuentes. Por ello, el profesor le pidió que realizara un bonito cartel a modo de portada para presentar el cuento ilustrado francés. Acto y seguido, le pidió que insertara las láminas de los compañeros en un diaporama. Lo hizo, y el resultado fue espectacular. Todos/as sus compañeros/as se mostraron muy orgullosos del trabajo colectivo que habían hecho, y del gran trabajo realizado por su compañero, el cual dio el soporte final a la gran tarea colectiva.
Desde ese día, todos/as los compañeros/as tratan de otra manera a su amigo. Éste, a su vez, se siente ahora más aceptado y mejor considerado, y trabaja mucho mejor. Aunque sus logros académicos siguen siendo muy modestos, muestra una disposición más constructiva y efectiva frente al trabajo. Ahora se esfuerza más, y se deja ayudar por sus compañeros.
Por eso, muchachos, seamos tolerantes y pacientes con quien tiene dificultades. Pensad que nadie tiene dificultades por voluntad propia. Todos/as podemos aprender de todos/as, y juntos/as conseguimos más cosas".

Al término de esta charla, nadie replicó. Los/as alumnos/as, que escucharon este relato con gran atención, se tranquilizaron. Se rebajó la tensión, y al regreso de su compañero con TDAH que estaba enfermo, cambiaron su actitud hacia él.

ALBERT EINSTEIN, UN TDAH GENIAL.

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Albert Einstein (Ulm, Alemania, 1879 - Princeton, EE.UU, 1955) fue uno de los mayores genios de la Historia de la Humanidad. Abrió al mundo la observación del Espacio Exterior y, después de interminables cálculos, estableció la Teoría de la Relatividad.
¿Tenía una mente privilegiada? ¡Desde luego! ¿Siempre la tuvo? En su niñez y su adolescencia, al parecer no dio esa impresión.
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El pequeño Albert nació en el seno de una acomodada familia judía alemana. Desde muy pequeño, mostró ciertos problemas, motivo por el cual fue especialmente ultraprotegido por su madre. Albert era taciturno, distraído, despistadizo, a la vez que muy ensimismado. Apenas jugaba con los demás niños. Su desarrollo fue al parecer lento, ya que rompió a hablar a los cuatro años. Según ciertas fuentes, lo hizo a los tres. En cualquier caso, bastante más tarde que un niño normal.
Ya más grande, cursó estudios de secundaria en varios institutos. Todo un privilegio para la época. Siguió igual de descuidadizo y ensimismado. Académicamente, era un alumno con rendimiento muy irregular, y en todo momento mostraba el más absoluto desinterés por el estudio, salvo para las ciencias naturales. "¡No llegará a nada en la vida!", le espetó un día un profesor suyo.
Sin embargo, el pequeño Albert mostró de adolescente un notable interés por todo lo relacionado con la electricidad y la electrónica. Su tío tenía una tienda de productos electrónicos, que hubo de cerrar por quiebra, y Albert se iba con él a experimentar con los muchos aparatos que había en el taller. Así mismo, su tío lo inició en el álgebra y en las ciencias en general.
Con el tiempo, después de unos brillantes estudios universitarios de física y matemáticas, se dedicó a estudiar el Espacio Exterior y las relaciones de tiempo y energía que lo rigen. De igual modo, se interesó por la radiactividad. Sus descubrimientos llevarán a la fabricación de la bomba atómica... para horror del gran científico.

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Premio Nobel de Física en 1921, Albert Einstein nunca dejó de distraído y juguetón. A modo de anécdota, se contó en un programa de historia de la televisión francesa emitido en los años 80 que cuando se casó, al volver a casa con su flamante esposa, se dio cuenta de que se le habían olvidado las llaves, y pasaron la noche de bodas sentados en un banco esperando a que la portera abriera el portal ya de día.
¿Logró superar el severo TDAH que padecía de niño? Realmente no. Él mismo reconocía que era de razonamiento y reflejo lentos, mucho más lentos que una persona considerada como "normal". Así explica él, con una pizca de ironía apenas disimulada, que tardara más de veinte años en interesarse en un problema, el del Espacio y la relatividad del tiempo, y que no "superara" aquella etapa de inquietud juvenil.
De ello se desprende que Albert Einstein era plenamente consciente de tal condicionante. Al parecer, lo asumió con naturalidad y convivió con ello toda su vida con una gran dosis de humor.
La historia de esta gran persona constituye un ejemplo de plena aceptación de sí mismo, lo cual no fue obstáculo para desarrollar con plenitud su gran pasión y realizar aportaciones fundamentales para la Humanidad: la física nuclear.

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