Un día, iba el profesor a empezar la clase con sus alumnos/as de 1º de E.S.O. Antes de empezar, unos cuantos alumnos manifestaron al profesor su malestar por el constante incordio de un compañero suyo con graves problemas de concentración y aprendizaje, aprovechando que dicho alumno no estaba ese día en clase. Entonces, el profesor creyó oportuno comentarles lo siguiente:
"Aparentemente, todos/as parecemos iguales. Pero ¿realmente somos todos/as iguales? No - contestaron los alumnos. No somos todos/as iguales. Somos muy diferentes. Pero todos/as compartimos una misma meta para cuando seamos grandes: ser hombres y mujeres de bien, y ser felices.
Hay alumnos/as muy estudiosos/as, y otros/as menos. Alumnos/as muy activos/as, y otros/as más pasivos/as. Alumnos/as muy parlanchines/as y extrovertidos/as y otros/as más tímidos/as. Alumnos/as que comprenden las cosas muy rápidamente, y otros/as que precisan más tiempo para comprender. Y alumnos/as más concentrados, y otros/as más distraídos.
¿Cómo lograr que todos/as alcancen las mismas metas a corto plazo, a saber, aprobar el curso y pasar al curso siguiente? ¿Y a más largo plazo, ser personas trabajadoras y hacendosas en la vida? Cada uno/a debe rendir según sus capacidades. Pero hay sin embargo unos objetivos mínimos que todos/as deben alcanzar.
¿Cómo hacer que todos/as los alcancen? Para ello, los/as alumnos/as deben ser solidarios/as y comprensivos/as entre ellos/as. Deben ayudarse unos/as a otros/as y enriquecerse mutuamente, especialmente en las tareas comunes. Todos/as podemos aprender de todos/as.
Vamos a ver aquí qué pasó una vez con un alumno que tenía muchos problemas con los estudios.
Era un niño nervioso, atendía poco, y le costaba mucho mantener la concentración. Cuando empezaba una tarea, era incapaz de terminarla. Y escribía muy mal. La clase, que fuera de contexto le tenía gran cariño y afecto, lo consideraba además como un alumno "torpe", como un "gran estorbo". En el recreo a veces jugaban con él. Pero en clase sólo un alumno quería sentarse a su lado para ayudarle. Sin embargo, el niño que tenía los problemas "agradecía" el favor y dedicación de su compañero tirándole el libro al suelo y escondiéndole su estuche con sus lápices y bolígrafos. Lo hacía cuando estaba a ojos vista cansado de trabajar y quería jugar.
Un día, el profesor mandó realizar una tarea colectiva. Los/as alumnos/as tenían que realizar unas láminas con dibujos que contaran una fábula medieval francesa. Naturalmente, el niño que tenía problemas no sabía dibujar, ni tenía paciencia para realizar los dibujos estilizados que pidió el profesor. Entonces, ¿qué se podía hacer? El profesor observó un día en una clase de Acompañamiento Escolar que el alumno se manejaba muy bien con el ordenador portátil proporcionado por la Junta de Andalucía. Al muchacho le gustaba mucho componer unas portadas muy estéticas para presentar sus trabajos (cuando los hacía), y era muy creativo combinando los distintos tipos de fuentes. Por ello, el profesor le pidió que realizara un bonito cartel a modo de portada para presentar el cuento ilustrado francés. Acto y seguido, le pidió que insertara las láminas de los compañeros en un diaporama. Lo hizo, y el resultado fue espectacular. Todos/as sus compañeros/as se mostraron muy orgullosos del trabajo colectivo que habían hecho, y del gran trabajo realizado por su compañero, el cual dio el soporte final a la gran tarea colectiva.
Desde ese día, todos/as los compañeros/as tratan de otra manera a su amigo. Éste, a su vez, se siente ahora más aceptado y mejor considerado, y trabaja mucho mejor. Aunque sus logros académicos siguen siendo muy modestos, muestra una disposición más constructiva y efectiva frente al trabajo. Ahora se esfuerza más, y se deja ayudar por sus compañeros.
Por eso, muchachos, seamos tolerantes y pacientes con quien tiene dificultades. Pensad que nadie tiene dificultades por voluntad propia. Todos/as podemos aprender de todos/as, y juntos/as conseguimos más cosas".
Al término de esta charla, nadie replicó. Los/as alumnos/as, que escucharon este relato con gran atención, se tranquilizaron. Se rebajó la tensión, y al regreso de su compañero con TDAH que estaba enfermo, cambiaron su actitud hacia él.